miércoles, 30 de mayo de 2012

Nos han robado las gallinas

En este país de incultos y, por tanto, de dueños de lo ajeno, un día te levantas con la noticia de que te roban de tu nómina y al otro te encuentras el gallinero vacío cuando vas a recoger tus huevos y a alimentar a tus gallinas. En este sentido no hemos avanzado nada desde el Siglo de Oro, que es una forma pomposa de llamar a la época en que nació la picaresca como forma de vida del pueblo para salvarse de los desmanes de los mandamases. El pueblo no quiere ser menos que sus representantes y roba lo que puede como puede, aunque sea apenas media docena de gallinas, y ya quisiera para sí disponer del cajón de los políticos o de la caja fuerte de los banqueros. Confieso que en el camino desde el campo hasta mi casa se me pasó por la cabeza ir a la Guardia Civil a poner una denuncia, pero me dio tiempo a pensar y lo descarté: imaginé la sonrisa picarona del funcionario de turno y, más aún, la organización de una batida por tierra, mar y aire para cazar al pobre ladrón como en tiempos del Lute. Lo siento, María: entre los perros abandonados que se comen nuestros pollos y los pobres de solemnidad que se llevan nuestras gallinas, no soy capaz de montarte una granja en condiciones. Pero no pierdas la esperanza, que en este país nuestro de pícaros, quien resiste, gana. Así que construiremos un gallinero a prueba de bombas y volveremos a empezar de nuevo nuestro sueño. Te lo prometo, amor.

2 comentarios:

  1. Otro día hablamos de los políticos, pero ahora, precisamente a raíz de tus últimas reflexiones sobre ladrones no de gallinas, he entrado en el blog y tengo que decirte que me ha encantado como has digerido tan triste episodio; tu niña tiene mucha suerte.
    Un abrazo. Juan Alonso

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    1. Gracias, Juan. Y a ver si somos capaces de comernos un melón de los nuestros con pan este verano.
      Un abrazo.

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